UVAS AL GUSTO SIN ALTERAR SU COMPOSICIÓN GENÉTICA
Posted by bernabelen en noviembre 23, 2008
Gracias al proyeto “Grapegen”, el cambio climático ya no será una amenaza
Tras las 12 uvas de Nochevieja, que todo el mundo prefiere sin pepitas, se esconde un universo de investigación, genética y alta tecnología. Hablamos con José Miguel Rodríguez Zapater, investigador del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC y coordinador del proyecto ‘Grapegen’.
Pregunta: Partamos del inicio, ¿dónde se ha llevado a cabo tal investigación?
Respuesta: La investigación se ha llevado a cabo en la finca de El Encín del Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural Agrario y Alimentario. En la finca se encuentra uno de los mayores museos vivos de vides del mundo, con 1.754 especies vinícolas, 489 de uvas de mesa y 423 silvestres. Para quiénes estén interesados en la materia os invito a acercaros a visitar tal fantástico espectáculo (risas).
P: ¿Cómo podría resumir el paso adelante dado en la ciencia, tras resultados de la última investigación?
R: ‘Grapegen’, proyecto del que formo parte, tras tres años de trabajo ha creado una herramienta capaz de ayudar a los viticultores en la mejora de la calidad nutricional, sabor, textura, color y eliminación de las semillas. La herramienta que hemos ideado se llama se llama ‘GrapeGen-chip’, y es un pequeño dispositivo que sirve para analizar conjuntamente la expresión o la actividad de más de la mitad de los genes del genoma de la vid.
P: ¿Qué características tiene esa herramienta y cómo se lleva a cabo el análisis?
R: Para el análisis debe realizarse una extracción de material genético de la planta, marcarlo con moléculas que permitan su detección e hibridarlo con el chip. El aparato es del tamaño de un ‘iPod’ y permite conocer en unas horas qué genes se están expresando. De esta manera se puede analizar el estado fisiológico o patológico en el que se encuentran las hojas o los frutos de la planta analizada.
P: Los viticultores se muestran bastante preocupados por el impacto que ya está teniendo el cambio climático en los cultivos en general, y especialmente de viñedos, ¿Cómo participa este proyecto en atenuar las consecuencias de este fenómeno?
R: Lo que usted me pregunta es bien cierto, desde hace tres décadas, se ha adelantado la vendimia una media de 11 días, dado que al ser más corto el proceso de maduración, empiezan a desequilibrarse los vinos. Grapegen trata de dar respuestas a estos problemas y ayudar al sector. De este modo el viticultor puede averiguar de qué manera está afectando la radiación ultravioleta a su cultivo, o con qué incidencia la planta sufre estrés solar o si los patógenos o el ciclo celular se han activado. Estos datos ayudan a
saber el momento idóneo de la vendimia y modificar el manejo del cultivo según cambian las condiciones meteorológicas y climáticas.
P: Todos nos preguntamos si tal variación supone una afectación irregular en sus genes que pudiera resultar peligrosa a la hora de su consumo, ¿Es así?
R: En primer lugar se ha de dejar claro que el momento de la experimentación ya se ha superado, por ello podemos decir que aquí no hay transgénesis, no modificamos genéticamente la uva, sino que lo que buscamos son nuevas especies hibridando las miles que tenemos.
P: ¿Qué incidencia tendrá tal investigación a la hora de calibrar la competitividad de empresas que adopten tales variaciones?
Tratamos de buscar en todo caso, y en mayor grado con respecto a las uvas de mesa, aquellas variedades que más aceptación tienen en los mercados. Buscar el color, la forma, el gusto, la textura y tratar siempre que las semillas no existan o sean imperceptibles al paladar. Con respecto a los vinos, es de todos conocido que la exportación que realiza España de las distintas variedades, reportan importantes beneficios, por ello finalizado el estudio, la transferencia tecnológica ya está en marcha hacia las instituciones y empresas que han financiado los cuatro millones de euros que ha costado. Éstas podrán crear sus propias variedades de uva, lo cual les convertirá es más competitivas, ahorrándose los 600.000 euros que algunas de ellas pagan cada año de royalties a empresas estadounidenses donde compran las plantas. Es el caso de la empresa Coato, una cooperativa de uva de mesa ecológica de Murcia –con importantes premios por su gestión sostenible–, que vende su producción casi íntegramente en el exterior.
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